La jubilación: ¿cómo abordar este cambio vital?

29 diciembre 2025 | Psicología clínica

La jubilación: ¿cómo abordar este cambio vital?

La jubilación es uno de esos momentos en la vida que, aunque llega con tiempo y avisos, puede generar una gran mezcla de emociones. Algunas personas la esperan con ilusión, deseando dejar atrás el ritmo acelerado del trabajo. Otras, en cambio, la viven con incertidumbre, miedo o incluso tristeza. Y muchas, con una combinación de todo lo anterior.

En esta entrada queremos acompañarte a reflexionar con calma y ternura sobre este cambio vital, que no sólo implica dejar de trabajar, sino también redefinir el sentido de nuestros días, el lugar que ocupamos en el mundo y la forma en la que nos relacionamos con nosotras/os mismas/os.

Un momento de transición… no de final

Cuando hablamos de jubilación, a menudo la imaginamos como un punto y final. Pero en realidad, es un punto y seguido. Una nueva etapa, diferente, que invita a detenerse y a preguntarse: ¿quién soy yo ahora? ¿qué quiero hacer con mi tiempo?

La jubilación no es sólo dejar de trabajar. Es cerrar un ciclo que muchas veces ha durado décadas. Para muchas personas, el trabajo no ha sido sólo una fuente de ingresos, sino también de identidad, rutina, vínculos y sentido. Por eso, al soltarlo, es normal sentir una cierta desorientación.

 Emociones que pueden aparecer

Como en cualquier transición importante, las emociones son diversas y a veces contradictorias. Algunas de las más comunes incluyen:

  • Alegría y alivio por poder descansar, disponer de tiempo libre y reducir el estrés laboral.

  • Incertidumbre por no saber cómo llenar los días o cómo organizar la nueva rutina.

  • Tristeza o nostalgia por despedirse de compañeros/as, hábitos y espacios que formaban parte de la vida cotidiana.

  • Pérdida de sentido o vacío al ya no sentirse “útil” en el mismo rol que antes.

  • Miedo al envejecimiento o a la enfermedad, especialmente cuando la jubilación se asocia al inicio de la vejez.

Todas estas emociones son naturales y válidas. No hay una forma “correcta” de vivir la jubilación. Cada persona la transita a su ritmo, desde su historia, sus valores y sus circunstancias.

¿Cómo podemos cuidarnos durante esta etapa?

  1. Permitirse sentir
     No hay que “estar bien” desde el primer día. Es completamente válido sentir ambivalencia. Darse tiempo para procesar lo que se deja atrás y lo que viene por delante es un acto de respeto hacia una misma/o.

  2. Redefinir el sentido del tiempo
     Durante la etapa laboral, el tiempo suele estar muy estructurado. Con la jubilación, se abre un gran espacio de libertad que puede asustar al principio. Una buena idea es ir creando rutinas suaves y flexibles, que incluyan actividades que nutran cuerpo, mente y alma: caminar, leer, aprender algo nuevo, socializar, descansar, colaborar…

  3. Revisar la identidad personal
     Muchas veces nos hemos definido por nuestra profesión: “soy profesora”, “soy enfermero”, “soy administrativo”. Al jubilarnos, toca descubrir nuevas formas de ser y de presentarnos ante el mundo. ¿Qué otras facetas tuyas quieren salir ahora? Quizás eres también artista, jardinera, cuentacuentos, viajero, abuela entregada, amante del yoga o de la escritura…

  4. Cuidar los vínculos
     Las relaciones sociales son fundamentales para el bienestar emocional. Aprovechar esta nueva etapa para reforzar amistades, compartir tiempo con la familia o incluso hacer nuevas conexiones es una excelente forma de mantenerse activo/a emocionalmente.

  5. Abrirse a nuevas actividades o aprendizajes
     La jubilación puede ser una oportunidad para hacer cosas que antes no había tiempo para explorar. Apuntarse a talleres, formarse en un área nueva, hacer voluntariado, unirse a un grupo local… Todo esto puede aportar sentido, estructura y motivación.

  6. Prestar atención al autocuidado emocional
     Esta etapa también puede remover temores más profundos, como la percepción del envejecimiento o de la muerte. Hablar de ello, compartirlo con personas de confianza o con un/a profesional de la salud mental puede aliviar mucho el peso interno y ayudarnos a vivir esta etapa con más calma y presencia.
     

El arte de reinventarse

Lejos de ser una etapa “vacía”, la jubilación puede convertirse en un nuevo comienzo lleno de posibilidades. Es un tiempo para poner el foco en uno/a mismo/a, recuperar intereses postergados, descubrir talentos escondidos o, simplemente, disfrutar del presente sin prisa.

Y sí, también puede ser una oportunidad para mirar atrás con gratitud por todo lo vivido y mirar hacia adelante con curiosidad y ternura. Porque reinventarse no tiene edad. Porque el sentido no se jubila, se transforma.

Por último: tu valor no depende de tu productividad

En una sociedad que muchas veces valora a las personas por lo que hacen o producen, es importante recordar esto: tu valor como persona no termina con tu vida laboral. Sigues siendo valioso/a, importante, necesario/a. Tus vivencias, tu mirada, tu tiempo, tu presencia… todo ello sigue teniendo un impacto profundo en quienes te rodean y en el mundo.

La jubilación no es el final del camino. Es un nuevo tramo, con su propio ritmo, belleza y desafíos. Un momento para escucharte, acompañarte con cariño y redescubrirte en tu propia compañía.

Si estás atravesando esta etapa, no estás solo/a. Buscar apoyo, hablar de lo que sientes y darte permiso para vivirla a tu manera son actos de amor y valentía. Estás empezando una nueva etapa, y mereces vivirla con calma, confianza y mucha ternura.